30 Dic La comida para llevar: Historia y evolución
La expresión “para llevar”, o sus homólogos tales como “take-out”, “carry-out”, “take-away” empleados en países como EE.UU, U.K, Australia… hace referencia al hecho de no consumir la comida o cualquier otro alimento o producto alimenticio en el lugar donde son preparados o cocinados, sino en otro lugar distinto como puede ser nuestra propia casa o cualquier otro sitio diferente. Es un término que se encuentra en muchas culturas distintas antiguas y que, actualmente, es común en todo el mundo.
Como sabemos, algunos comercios cuentan con un servicio de reparto a domicilio, con lo que con una llamada o con la utilización de otro medio telemático podríamos hacer un pedido que un repartidor nos dejará en la dirección que hayamos apuntado al efecto. También está la posibilidad de desplazarnos nosotros mismos hasta el local comercial para recoger el pedido si lo que queremos es comer en casa tranquilamente sin tener que pagar los eventuales gastos que supondría solicitar el reparto; o para comer al aire libre en un parque cercano o en el lugar donde nos apetezca en el momento.
El ritmo de vida que nos obliga llevar las condiciones sociales actuales –estrés, contrareloj, sobreocupación…- es una circunstancia que influye directamente en el aumento de los pedidos de comida a domicilio. Cada día más, es esencial para un local comercial basado en la alimentación tener la necesidad de ofrecer un servicio a domicilio. El ejemplo típico son las pizzerías, pero como hemos apuntado cada vez más diversidad se unen a la marea take-away.
Tanto en los antiguos mercados griegos como en los romanos existían puestos de ventas de comidas que se consumían en el exterior (P. ej: panes planos con olivas en Roma). En Pompeya, la comida o mejor dicho, la cocina, era bastante inusual, por lo que se proporcionaban mostradores de servicio ofreciendo alimentos para tomar en la distancia.
También en la Edad Media había vendedores ambulantes que vendían comida para llevar (pasteles calientes en Londres, asados de carnes y quesos en París…), aunque estos vendedores tenían mala reputación, sobre todo de vender alimentos en mal estado o carnes corrompidas.
Después de que en el siglo XVIII se prohibiera en Nueva York la venta ambulante, en los siglos siguientes se siguió con la tradición de vender frutas, pasteles y frutos secos en las calles americanas. En Transilvania por el siglo XIX, también se vendía jengibre mezclado con maíz, tocino y otras carnes fritas que se tapaban en vasijas de cerámica con brasas en el interior y se hacía una crema.
Pero lo que realmente propició el auge de la comida para llevar fue la Revolución Industrial, así a principios del siglo XX, las patatas fritas se convirtieron en el principal alimento para llevar en Gran Bretaña. Se introdujo la hamburguesa por estas fechas, y los obreros la encajaron como parte importante de su alimentación.
Es en el siglo XX cuando apareden los primeros locales de comida para llevar, como pasó en Berlín, Sin embargo, “la comida para llevar” nace especialmente en Nueva York sobre 1912, donde una conocida cadena de restaurantes vendía la comida a través de una ventanilla. Más se avanzó en los años 40 cuando nacieron los locales donde se servía comida sin necesidad de salir del coche.
Con todo, hemos de advertir que actualmente la comida para llevar se halla muy presente en nuestras vidas, y como quiera que los alimentos deben ser transportados, se fabrican y venden numerosos productos que sirven de soporte a estos en el transito del local al destino de consumo; encontrando una variedad asombrosa de envases de plástico, cartón, aluminio y muchos otros materiales, mirando cada vez más por la estética del producto y por cada mínimo detalle a la hora de su elaboración, ya que para el consumidor final también debe ser atractivo el recipiente que contiene el alimento que va a consumir.
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