28 May CHURROS Y TEJERINGOS MALAGUEÑOS
Desde tiempos muy antiguos, en el antiguo Egipto ya se encontraron algunas muestras como figuras en forma de espiral en las escenas de la tumbra de Ramses III. En países árabes, hoy en día, encontramos productos muy similares por lo que pensamos que su origen está entrelazado y asociado intrínsecamente a la cultura mediterránea.
Una corriente piensa que los churros se consumían por los pastores españoles en las montañas y que de ahí su origen, ya que era un producto fácil de preparar. También se sostiene que su nombre viene de las ovejas churras debido a la similitud entre su forma y la de los cuernos de estos mamíferos.
En varios archivos históricos se dice que están recogidas estas recetas. El de Simancas de 1597 de las monjas isabelinas o en el documento de 1621 de Pedro Velasco donde se hace constar una subida de precio por el incremento, a su vez, del precio de la harina y el aceite.
A estas masas fritas se les llamaba “frutas de sartén” o “frutas de jeringa” como se describe en alguna que otra referencia del S. XVII. En 1887 ya se podía encontrar el término “Fábrica de churros”. En Madrid, la churrería más antigua está sita en Malasaña y data de 1883.
En Málaga, lo tenemos como tradición. Los churros, en la capital de la Costa del Sol, son un producto tradicional y típico. Lo único es que aquí utilizamos aparte de los churros y porras tenemos un producto propio con una etimología muy propia: el tejeringo. Consiste en un vocablo malagueño que identifica la palabra «jeringa» por ser el instrumento con el que se fabricaba. La elaboración del tejeringo es más compleja que la del churro porque se hace o dibuja a mano.
En nuestra ciudad, el churro a secas es el tradicional (palo largo), luego estan los churros madrileños (lacitos y crujientes) y, finalmente, los tejeringos (redondos, textura lisa, más tierno y jugoso que el churro). La masa de los tejeringos no se puede congelar, ni tampoco una vez hechos, por eso se prepara en pequeñas cantidades para no desperdiciar o que haya excedente que no se consuma después. Aquí encontramos la diferencia esencial entre churros y tejeringos, la frescura. Los tejeringos, de nuevo, se consumen recién hechos. A la hora de freírlos hay que tener muy en cuenta la temperatura y la calidad del aceite.
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